La pasa.


Érase una vez una pasa.

¿Y qué pasa con la pasa?

Pasa que un día que iba de paso por el paso al otro lado, pasó que la pasa no pudo pasar. ¡Qué pasa! gritó la pasa. Y el paso le dijo, pasa que eres una pasa y las pasas no pasan.

¿Por qué yo una pasa no he de pasar? Preguntó.

Y el paso le respondió a la pasa: porque para que una pasa pase debes dar pasos sobre mí: el paso. Y tú no sabes caminar.

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