El almuerzo de zetas.

El cansancio me asedia. 
El sopor, 
el tedio. 
El polvo 
se amontona en las esquinas, 
en las cortinas. 
El telón 
cae 
irremediablemente. 
La audiencia duerme 
y otros llaman callados 
como si los quisieran más cerca. 
Silencios. 
Y es apenas 
mediodía.

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